
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) alertó de que a partir del 2050, podrían morir 10 millones de personas cada año, por infecciones resistentes a los antibióticos.
Así lo expresó el coordinador del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes (PUIREE) de esta casa de estudios, Samuel Ponce de León Rosales.
Señaló el especialista que esta cifra es consecuencia de que el uso de antibiótico -en muchas ocasiones-, ha sido inadecuado e indiscriminado en todo el mundo, lo que ha traído resistencia antimicrobiana, que aumenta conforme hay mayor consumo.
“Es un riesgo constante para la salud pública, un problema para la práctica médica y un desastre económico”, denunció.
Al participar en la sesión cinco de la Cátedra Extraordinaria de Bioética, organizada por el Programa Universitario de Bioética (PUB) de la UNAM, el epidemiólogo aseguró que, sin embargo, hay una acción central que puede realizarse para detener la resistencia antimicrobiana, la cual es “reducir el empleo de antibióticos”.
Ponce de León insistió que los antibióticos son un recurso no renovable, en tanto, su empleo inadecuado “nos perjudica a todos, porque tienen una importancia social extraordinariamente grande”, dijo.
Y es que, resaltó, “cuando no tengamos antibióticos útiles, las cirugías serán mucho más complejas, con más riesgo; los trasplantes se limitarán de acuerdo con la disponibilidad de ese fármaco; las heridas simples serán de alto riesgo”, alertó.
Además, reiteró, “con el uso inadecuado e indiscriminado de antibióticos, la mortalidad aumentará, los costos de los tratamientos antiinfecciosos crecerán y múltiples procedimientos no serán factibles o representarán un gran riesgo”, puntualizó.
Consideró que este tema se trata también de un asunto bioético relacionado con la beneficencia, la no maleficencia y la justicia, en consideración de un bien mayor.
«Si los antibióticos son un bien público y un recurso no renovable, su uso debería restringirse y ser muy bien reflexionado por quienes los están prescribiendo. La distribución de la riqueza determina el acceso a ellos, pero la resistencia se distribuye globalmente, no sólo donde se están empleando directamente», puntualizó.
Recordó que la Organización de las Naciones Unidas, el 21 de septiembre de 2016, hizo una declaratoria de emergencia global y llevó el asunto de la resistencia antimicrobiana a la atención del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
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