
Cuando don Toño escuchó por la radio que en ese momento la jefa de Gobierno, Clara Brugada, entregaba los apoyos de tres mil pesos a los primeros beneficiarios del programa “Pensión para Hombres de 60 a 64 años”, casi se atraganta con el café, pues los señores de chaleco guinda el pasado domingo casi los torturan para que se inscribiera a él y ahora nada le dijeron.
Resulta que cerca del mediodía, Toño caminaba sobre la calle Víctor Hugo, colonia Portales, y al llegar a la esquina con Sevilla, salió un sujeto igual o más viejo que él, vestido con chaleco guinda, diciéndole que es miembro de “Los Sembradores de la Ciudad de México”, pero lo abordó en actitud amenazadora.
El pobre de Toño hasta creyó que iba a asaltarlo. Con eso que ahora los pillos visten de esa forma.
-¿Oiga, qué edad tiene? ¿Seguro anda entre los 63 o 64 años, verdá? –espetó el desconocido, al tiempo que volteaba hacía el Módulo instalado en esa esquina, que formaba para de los 77 Módulos de Policía, que en su momento mandó construir en la Ciudad de México el otrora jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y que ahora son oficinas de esos “Servidores de la Ciudad de México”.
Don Toño, que también es de armas tomar, al establecer que el desconocido no pretendía asaltarlo, pero observó que había más, muchos más, vestidos como él, le respondió con el mismo tono:
-¡Qué le importa! ¿Para qué quiere saberlo? –le sostuvo al “Servidor”, quien se desconcertó.
-No se moleste. Rápidamente le comentó, mis compañeros y yo estamos incorporando al programa “Pensión para Hombres de 60 a 64 años”, a señores como usted. Le conviene. De verdad. ¿Quién le regala tres mil pesos, a ver, quién? Sólo requiero de copia de su credencial del INE y de su comprobante de domicilio. ¿Vive muy lejos? No tema. El programa es de la licenciada Brugada. Y hoy es el último día para incorporarlo –comentó ya con amabilidad el desconocido.
Más tranquilo, sobre todo con eso de los tres mil pesos, Toño aceptó decirle su edad, pero volvió a la carga:
“A ver amigo, no es cierto eso que dice que es un apoyo de Clara Brugada. Ese dinero es de usted, mío y de todos los capitalinos que pagamos impuestos. Así que no me cuenteé que me regalan. Vivo un poco retirado de aquí, pero es en esta alcaldía –Benito Juárez–. ¿Hasta qué hora están para traerle esos papeles?”, terminó Toño por doblar las manos.
-Estaremos hasta las dos o tres de la tarde. Todo depende si cumplimos la cuota de 50 afiliados que debemos levantar yo y cada uno de los compañeros. Pero si se apura, lo espero. Aunque en caso de que cuando regrese, ya no me vea, puede entregarle los documentos a cualquiera de nosotros, los que vestimos con este chaleco –dijo el “Sembrador capitalino” antes de despedirse.
Toño muy adentro de su ser, mandó derechito y sin pueblear al rancho del Peje al desconocido, quien corrió como chamaco y gustoso a reunirse con sus compañeros, asegurándoles que ya tenía “a uno más. Es mío, eh, sólo que va por sus documentos. Así que si regresa y no estoy, me los cuenta a mi jefa, le dijo a una mujer regordeta, que si no es por el chaleco, hubiera pasado como vendedora de garnachas.
En el trayecto hacía su casa, Toño aceptó que no le caerían mal los tres mil pesos, sobre todo en esta cuesta de enero que no la ve llegar, por eso de los gastos de Navidad y Año Nuevo, porque si bien ya no es Rey Mago, si destinó una buena cantidad de dinero para la cena, el chupe y las cheves de las fiestecitas.
De allí que al llegar a casa, de inmediato sacó copias de su credencial del INE y del pago del gas natural –ese que le instalaron a fuerza, porque no estaba de acuerdo pero los vecinos terminaron por convencerlo–. Ya con las copias, Toño emprendió el regreso para inscribirse a dicho programa.
Pero, oh desgracia, el Módulo de ex Policía y hoy oficina de los “Sembradores de la Ciudad”, estaba cerrado y nadie lo atendió. Obvio, con enojo decidió regresar. En eso lo abordó otro sujeto con el chaleco guinda, que lo alcanzó a ver cuando tocaba la puerta metálica de esas instalaciones.
-¿Buscaba a alguien, amigo? Todos andamos cerca. ¿Lo puedo ayudar en algo? –dijo el sujeto, pero a Toño se le figuró que se frotaba las manos como agiotista, igual cuando el Lobo que está por capturar al Correcaminos.
-Si. Hace unos minutos un compañero suyo me comentó de un programa y me pidió traer copias de estos documentos –señaló al tiempo que mostraba los papeles–. Pero ya no lo veo. ¿Puede usted ayudarme? –dijo Toño con molestia, pues no quería haber regresado en vano.
-Présteme los documentos y le platico –comentó el sujeto con amabilidad–. Pero Toño no se los entregó, pues quería saber primero cómo le entregarían esos tres mil pesos.
-Le explicó, ese primer pago lo entregará la licenciada Brugada en una fecha que aún no nos dicen. Pero si me permite ver los documentos, levantó su inscripción y posteriormente nos comunicamos con usted vía telefónica, para luego visitarlo en su hogar, donde le entregaremos la fecha y lugar en la que la jefa de Gobierno entregará esos apoyos.
Con ello, Toño accedió entregar los papeles y notó el nerviosismo del “Servidor de la Ciudad”, pues en dos ocasiones se equivocó, por lo que tuvo que desechar el cuestionario.
-¿Por qué esta nervioso? Si lo hace con calma, será más rápido –le sugirió Toño–, a lo que el sujeto le respondió: “Es que usted me pone nervioso. ¿Es abogado o algo parecido? Se lo digo por el tono de voz y su actitud” –comentó el señor mientras llenaba un tercer cuestionario. Aunque de improviso paró para comentar: “Antes que nada, ¿usted simpatiza con Morena?”.
A lo que Toño, molesto, respondió: “Mire, si esa es la condición de incorporarme a ese programa, ahí le paramos. No simpatizo con su partido. Se lo digo claramente. Sobre todo porque son lo contrario de lo que pregonan de que ‘no mienten, no roban y no traicionan’, cuando todos ustedes son igual, principalmente su patrón, Andrés Manuel. Ya ve, primero hizo todo eso con el PRI, luego con el PRD y ahora es lo que les ha enseñado a todos ustedes”, sostuvo Toño con el rostro enrojecido.
Incluso, Toño le comentó que hasta el nombre de Morena, “por si usted no lo sabe, tiene su origen con los narcos de Colombia. Los abogados del entonces capo, Pablo Escobar Gaviria, crearon ese partido político, pues su jefe quería ser presidente. En serio. Y ese nombre de Partido de Regeneración Nacional, mejor conocido como Morena, su raíz es del narco colombiano. Por eso no es raro que su patrón, Andrés Manuel, proteja tanto a los narcotraficantes”, pero Toño ya no quiso hablar más del tema, porque el sujeto estaba engarrotado, como si hubiera visto un fantasma.
Ya repuesto del impacto que le causó el comentario, el “Sembrador de la Ciudad”, con desconcierto, le respondió que no había problema.
-Total, allá usted si acude a las platicas que se les da a los beneficiados con los programas sociales. Si no simpatiza con Morena, pos ni modo. Mire, termino por llenar la ficha, le entrego su comprobante y pronto alguien, no yo, se pondrá en contacto con usté. Le digo, primero para decirle el día y la hora que pasarán a su casa, para luego entregarle el mapa, el día y la hora, donde le darán el dinero –dijo ya tono no tan amable el “Sembrador”.
Todo lo recordaba a la perfección Toño, por lo que al escuchar la noticia de que la mañana de este jueves Clara Brugada encabezaba el evento en el Zócalo para la entrega a más de 77 mil beneficiarios del citad programa, le dio mucho coraje.
Salió al balcón de su casa y caminó como león enjaulado. Enojado porque no daba crédito de haber sido engatusado por uno de esos sujetos de chaleco guinda, pues entregó copia de sus documentos que, seguramente, servirán para incorporarlo como militante de Morena. Es lo que más coraje le daba. Es más, ya ni pensaba en los tres mil pesos.
Con esto, reforzó su opinión de que en ese partido que fundó Andrés Manuel López Obrador: “Roban, Mienten y Traicionan”. Pero lo peor, ahora forma parte de ellos, pues quedará inscrito como militante, es lo que más muina le da.
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