Sin considerar los conflictos que generará, la coordinadora de Morena, Xóchitl Bravo Espinosa, ordenó al Oficial Mayor del Congreso capitalino, Reynaldo Baños, despedir a todo el personal de estructura, desde directores generales, directores de área, subdirectores y Jefes de Unidad Departamental (JUD), entre otros, a excepción de la gente que trabaja con ella y de su ex pareja, Carlos Hernández Mirón –ahora diputado federal–; el resto, en su totalidad, fueron echados a la calle.

Por lo pronto, la mitad de esos 150 trabajadores, aproximadamente, algunos con varios años de servicio, fueron despedidos desde el pasado uno del presente mes, mientras que la otra parte correrá la misma suerte este día 15, sin que se les otorgue los finiquitos que por ley les corresponde.

De allí que pronto el Congreso local comenzará a recibir una cascada de demandas, dado que a esos empleados sólo se les informó que “por órdenes de la nueva coordinadora habrá que reestructurar las áreas en general”, lo que provocará una grave crisis en general, dado que el 100% de los trabajadores fueron dados de baja, sin cumplir la Ley del Trabajo.

El problema es que en áreas estratégicas, como la Pagaduría, en su mayoría era gente que llevaba años a cargo de la nómina, tanto de los diputados, como de sus trabajadores y de los demás departamentos del Ejecutivo local, así como gente de la Coordinación de Procesos Parlamentarios, quienes están al pendiente de las sesiones ordinarias y permanentes, lo mismo que de Comisiones y Comités.

Otra área que enfrentará sería crisis, es Recursos Humanos, cuyos empleados durante años y varias legislaturas se encargaron de los contratos, pero, sobre todo, en la Tesorería no tendrán a los especialistas de elaborar el presupuesto del propio Congreso local, quienes estaban al tanto de su ejercicio, aplicación, ahorros y, en general, de su administración.

Es decir, ante la decisión de la nueva coordinadora del grupo mayoritario, Xóchitl Bravo, el Congreso capitalino es una “bomba de tiempo” que entrará en crisis a partir del día 16, un día antes de que le jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama, acuda a rendir el Sexto y último Informe de Labores y, en consecuencia, no habrá el suficiente personal para llevar a cabo tan importante evento.

Sin embargo, la mayoría de los 150 trabajadores que de la noche a la mañana fueron echados a la calle, están molestos, porque saben que el Oficial Mayor no tocó a los 15 trabajadores de la morenista Bravo Espinosa, y de su expareja, Carlos Hernández Mirón, exdiputado local y ahora diputado federal, mientras que los empleados de los otros 22 legisladores que repitieron, simplemente se han quedado sin trabajo.

Ademas, pronto se caerá, de nueva cuenta, la página electrónica del Congreso, pues no habrá personal que le de mantenimiento y la actualice.

En la misma situación estará la remodelación del recinto, cuyos contratos ya estaban listos, pero ante este panorama deberán suspenderse, así como la contratación del nuevo personal, dado que la Oficialía Mayor quedó desmantelada.

Por ello, los entrevistados coinciden que la crisis que se avecina no será propia de Morena y sus aliados, PVEM y PT, sino del Congreso capitalino en general, por lo que a 11 días de iniciar esta III Legislatura, ya comenzaron a surgir “tribus” por el descontrol total.

Aseguran que está parálisis administrativa que se avecina, afectará la labor legislativa, pues siguen los conflictos en la entrega de las oficinas, dado que ya no existe personal que autorice las contrataciones.

Incluso, saben que los afortunados que aseguraron su plaza, ya fueron advertidos por la Oficialía Mayor que no van a cobrar su primera quincena, pues con el cambio de Legislatura tardarán, quizás, una o dos más, si bien les va.

Lo grave de todo, es que los diputados locales se han convertido en cómplices de la inexperta coordinadora del Congreso local, pues dicen nada saber de la situación, principalmente los 23 que repiten en está III Legislatura.


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