Cuando la mayoría bostezaba o miraba y miraba su celular –como la perredista Polimnia Sierra, quien en ningún momento volteó hacía el presídium–, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, casi al finalizar su mensaje despabiló a todos en los casi 45 minutos que expuso lo que ya se sabía.

“La historia de la Ciudad de México está marcada por la lucha de las libertades, la democracia y los grandes derechos. La capital representa a cada una de las 32 entidades de la república. Es diversa, y pluricultural”, dijo como remate a sus palabras.

Aunque los que más despertaron con sus palabras, sin duda, fueron los pocos panistas que estuvieron presentes en al salón de plenos del Antiguo Palacio de Donceles, para escuchar el Cuarto Informe de Labores de la Ejecutivo local.

“Cambiamos la forma de gobernar. La corrupción, la hipocresía, el odio, la exclusión, el racismo y el clasismo son rechazadas por la gran mayoría de los habitantes de nuestra ciudad. Porque aquí históricamente se han construido caminos de derechos y no de exclusión”, espetó la funcionaria que la miraban con displicencia.

Claudia Shienbaum

Con la ausencia de gobernadores, líderes empresariales, sociales, laborales, académicos y cinco de los nueves alcaldes de oposición, Sheinbaum Pardo dijo casi lo mismo que expuso en días pasados en el Auditorio Nacional y algunas alcaldías, aunque hoy, con el remate de su discurso, inquieto a algunos.

“Aquí, los habitantes saben que las desigualdades se acortan, si se cierran las puertas de la corrupción y el desprecio. Por ello, construimos caminos amplios: cablebuses, donde viajen los más olvidados; parques, donde había basureros; luz, donde antes había oscuridad; escuelas públicas, donde había privilegios; becas universales frente a meritocracia; conciertos, donde había silencios; alegrías, donde había tristezas; seguridad, donde había miedo. En nuestra ciudad, la gente sabe que la honestidad, la entrega y la convicción dan resultados”, enfatizó.

Y aunque el evento duró un total de tres horas con 13 minutos, la verdad es que la “fiesta” comenzó mucho antes, ya que desde la madrugada de este viernes grupos de simpatizantes de Morena se apostaron a los costados de la calle de Donceles para esperar a la jefa de Gobierno, quien apareció en punto de las 9:30 horas al bajar de su austero automóvil sobre Eje Central.

Al unísono la recibieron con los gritos: “¡Presidenta! ¡Presidenta! ¡Presidenta!”, que fueron bajando de nivel conforme comenzó a caminar la funcionaria rumbo al recinto parlamentario, donde ya era esperada por “cumplidos y responsables” diputados locales, de los que sólo asistieron 53 de los 66 integrantes, en su mayoría del PAN.

Sin embargo, a gran parte de los presentes sorprendió ver al coordinador del PAN y líder de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso local, Christian Von Roehrich, no sólo porque iba en su juicio, sino porque acudió a trabajar. Aunque fue lamentable, más bien humillante, que por más que intentó acercarse a Claudia Sheiunbaum, ésta simplemente lo ignoro; incluso, al concluir su mensaje la jefa de Gobierno lo dejó con la mano estirada.

No así al presidente nacional adjunto del PRI, Tonatiuh González Case, con quien, incluso, se tomó una selfie para despedirse de él con un beso y abrazo. Fue el único líder político que se le vio en el desangelado evento, al que a diferencia de los diputados locales y asesores, sólo acudieron los integrantes del gabinete.

Como ocurrió el año pasado, la que no cabía de gusto fue la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno federal, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, quien, de nueva cuenta, acudió en representación del Ejecutivo federal, y a la que mencionaron los ochos legisladores que presentaron el posicionamiento de sus grupos o asociaciones parlamentarias.

Sin borrar su sonrisa, Claudia Sheinbaum cruzó el gigantesco portón del Antiguo Palacio de Donceles a las 9:55 horas –es decir, tardó 25 minutos en caminar el trecho que regularmente se hace en ocho–, pues la gente de todas las edades buscaba saludarla y, obviamente, tomarse la selfie, que gustosa la jefa de Gobierno aceptaba.

Así, ingresó al salón de plenos para evidenciar que la democracia en la capital, sólo es una quimera. Pues a los diputados de Morena los saludo de mano, beso y abrazo, no así con los de oposición, a quienes sólo saludo de mano, pero no a todos, pues al líder del PAN ni siquiera aceptó mirarlo cuando se le paró de frente.

Sin perder la alegría fue directamente al presídium, donde era esperada por el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Rafael Guerra; la representante de Andrés Manuel López Obrador; y demás integrantes de la Mesa Directiva, cuyo presidente, Fausto Zamorano Esparza, hizo sonar la campanilla legislativa a las 9:37 horas, con lo que inició la sesión solemne del Cuarto Informe de Gobierno.

Empero, pronto esa sonrisa de Sheinbaum Pardo cambió bruscamente en muecas de dolor, cuando el coordinador de Movimiento Ciudadano y de la Asociación Parlamentaria Ciudadana, Royfid Torres González, le amargó el día al mencionar que ni los eventos de campaña, ni los linchamientos sirven a la construcción de una mejor ciudad.

Sostuvo que si bien la jefa de Gobierno habla de sus logros, exigió un diálogo en el que también se reconozcan las deficiencias.

“Para que esta comparecencia fuera verdaderamente útil, tendría que ser un diálogo honesto. Usted explicaría sus prioridades y logros y nosotros, en respuesta, con honestidad reconoceríamos los avances, pero también cuestionaríamos las deficiencias que están a la vista de todos. No quiero ser parte de un evento de campaña, pero tampoco de un linchamiento. Ninguno de estos dos sirve a nadie”, insistió el legislador del Movimiento Naranja.

Royfid Torres

Durante el posicionamiento de este diputado, Sheimbaum Pardo por momentos abría los ojos y semejaba un maniquí, pues ni parpadeaba, para luego sonreír con ironía. Sabía que este legislador faltó a su palabra, pues su secretario de Gobierno, Martí Batres, presente en el evento, le garantizó una comparecencia tersa, tranquila, pero no fue así.

Aunque fue el único trago amargo, pues los posicionamientos del PRD, PRI y PAN, no tuvieron nada de extraordinarios. Es más, hasta pareciera que alguien se los escribió para no incomodar a la jefa de Gobierno. De allí que algunos de los presentes bostezaban constantemente y para mantenerse despiertos, chateaban en su celular.

El posicionamiento de Morena corrió a cargo de su coordinadora, Martha Ávila Ventura, quien a nombre de su partido refrendo su respaldo y apoyo total, “porque tenemos claro que la voluntad popular al elegir un gobierno, las más de las veces, le otorga también mayoría parlamentaria para hacer posibles las transformaciones y esta ha sido la voluntad del pueblo soberano de la Ciudad de México”, dijo.

Asimismo, desde tribuna del Congreso local la diputada por Iztapalapa afirmó que “usted entrega muy buenas cuentas y le reconocemos ampliamente, porque su trabajo ofrece resultados palpables que transforman favorablemente la vida de millones de personas que habitan nuestra ciudad”.

A las 11:45 horas, tocó turno a la jefa de Gobierno, quien durante 45 minutos habló de lo que hizo antes en el Auditorio Nacional y en algunas alcaldías. Y como era de esperarse, cada que terminaba una frase, pestañaba o movía la cara, los diputados locales de Morena y los integrantes del gabinete aplaudían con enjundia. ¿Cuántas veces lo hicieron? ¿Quién sabe? Aunque fueron más que el número de legisladores presentes.

Sin embargo, los cuatro de los nueves alcaldes de oposición que acompañaron a la jefa de Gobierno al evento: Margarita Saldaña Hernández, de Azcapotzalco; Giovani Gutiérrez Aguilar, de Coyoacán; Adrián Ruvalcaba, de Cuajimalpa; y Luis Gerardo Quijano, de Magdalena Contreras, quienes denotaban aburrimiento, cambió bruscamente su semblante, cuando la Ejecutivo local habló de logros en sus administraciones.

Al terminar su discurso, los diputados locales de Morena, con aplausos imitaron a la gente de afuera, para gritar: “¡Presidenta! ¡Presidenta! ¡Presidenta!”. Mientras que los legisladores del PRD y PRI, sólo aplaudían, no así los pocos panistas que ni siquiera se pararon de sus asientos y con gesto adusto reprobaron la actitud de sus compañeros.

A las 12:40 horas, el presidente de la Mesa Directiva nuevamente hizo sonar la campanilla, con lo que dio por concluida la sesión solemne, para luego venir los abrazos y selfies. Diez minutos después, la jefa de Gobierno ganó la calle y con ligero movimiento de mano, se despidió de la gente que desde la madruga abarrotaron la calle de Donceles para acompañarla en su Cuarto Informe de Labores; abordó su auto color gris y abandonó la esquina de Donceles y Allende.


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